La Gestión de Activos de Ciberseguridad es imposible de ignorar, sobre todo en este contexto donde crece vertiginosamente el número de dispositivos conectados dentro de las organizaciones. Atendiendo a esta tendencia, también dichos activos aumentaron: un 133% del año pasado a este, según lo reveló un informe de JupiterOne.
Mientras tanto, los atacantes están desplazando su atención hacia los activos ubicados en el borde de las redes. Así lo reflejó el reporte de Amenazas Globales 2025 de CrowdStrike, que destacó la explotación de los endpoints -laptops, smartphones y tablet- , especialmente en entornos configurados por el trabajo remoto y las políticas de “trae tu propio dispositivo” (BYOD - bring your own device).
Dicha combinación es arriesgada: cada dispositivo que se conecta a tu red abre un punto potencial de ingreso para los delitos. De hecho, los ciberdelincuentes no necesitan atacar el núcleo para causar daños, sólo requieren de un dispositivo vulnerable en la periferia. Los activos comprometidos suelen pasar desapercibidos hasta que ya es demasiado tarde.
¿Estás seguro que registraste todos los activos de tu entorno? Sigue leyendo este artículo para entender por qué la gestión de este tipo de soluciones de ciberseguridad es clave para cerrar las brechas de seguridad.
¿Qué es la Gestión de Activos de Ciberseguridad?
La Gestión de Activos de Ciberseguridad (CSAM - Cybersecurity Assets Management) es el proceso de descubrir, clasificar y supervisar todos los dispositivos, aplicaciones y servicios de la organización desde el punto de vista de la seguridad. La práctica excede el mero registro de aquello que existe en la red: debe ayudar a los equipos abocados a esta tarea a comprender la exposición, configuración y comportamiento de cada activo.
El objetivo es mantener un inventario vivo y preciso que refleje qué hay, cómo está protegido y si supone un riesgo. Esto incluye el seguimiento de los dispositivos no gestionados, la identificación del software obsoleto y la señalización de los activos que no se ajustan a las políticas.
En síntesis, la CSAM proporciona a las organizaciones la visibilidad que necesitan para detectar vulnerabilidades en una fase temprana, reducir los puntos ciegos y responder a las amenazas antes de que escalen.
¿Qué son los activos digitales?
Los activos digitales son todos los componentes IT que respaldan las operaciones informáticas o de seguridad de una organización, incluyendo hardware, como laptops, servidores, sensores IoT, routers y smartphones; así como software, servicios en la nube, cuentas de usuario e incluso APIs. Es decir, todo aquello que almacena datos, se comunica a través de la red o interactúa con otros sistemas.
Pero en los últimos años la definición se amplió al abarcar los dispositivos personales sometidos a políticas BYOD, máquinas virtuales en la nube y herramientas de terceros con acceso a API: todos integran la superficie potencial de ataque en una empresa. Cada uno añade complejidad, especialmente cuando no se gestiona o rastrea de forma centralizada.
CSAM vs. ITAM
Mientras que la Gestión de Activos de IT (ITAM) se centra en el ciclo de vida y el manejo operativo -adquisición, mantenimiento y depreciación-, la CSAM se focaliza en el riesgo y la seguridad. Su objetivo es saber qué activos existen, dónde se encuentran, cómo están configurados y si suponen una amenaza para la organización.
La distinción es importante: ITAM te dirá que cuentas con 300 laptops; la CSAM te especificará cuáles no tienen parches, ejecutan software obsoleto o se comunican activamente con IPs maliciosas.
¿Por qué es importante la CSAM?
La seguridad comienza por saber qué se protege a través de la existencia de un inventario completo y actualizado de los activos. Esto ayuda a evitar pasar por alto riesgos que se esconden a simple vista.
La Gestión de Activos de Ciberseguridad ofrece una visión clara de cada dispositivo, servicio y sistema conectado al entorno, independientemente de quién sea su propietario o desde dónde esté operativo.
Se trata de una cuestión importante porque los activos cambian constantemente: nuevos equipos se unen a la red, las configuraciones varían y el software antiguo no siempre se actualiza. El panorama dificulta saber qué es seguro y qué no. Aunque los atacantes sí tienen esa información y, de hecho, la aprovechan, dirigiéndose a aquellos activos que pasan desapercibidos, como laptops, instancias en la nube o aparatos IoT, que suelen contar con menos protecciones.
En conclusión, la CSAM excede la simple lista de dispositivos, ya que impulsa la creación de un mapa en tiempo real de la superficie de ataque. La práctica hace estas tareas:
- Detecta equipos no gestionados o no autorizados antes de que se conviertan en un problema.
- Identifica el software obsoleto o vulnerable que se ejecuta en los entornos.
- Facilita la comprensión sobre cómo están conectados los activos para poder contener los incidentes con mayor rapidez.
- Prioriza la respuesta basándose en el riesgo real, no en suposiciones.
Los datos del panorama actual respaldan la necesidad de mejorar la visibilidad: según el Índice de Preparación para la Ciberseguridad 2024 de Cisco, aunque muchas organizaciones están invirtiendo en protecciones para la nube y la red, la seguridad de los endpoints queda desatendida, ya que sólo el 7% de las empresas alcanzó un nivel “maduro” para salvaguardar estas instancias.
Al mismo tiempo, la adopción de controles clave como los firewalls y la supervisión del comportamiento está muy extendida, pero el despliegue completo sigue siendo irregular.
Esta brecha entre la implementación y la cobertura real pone de manifiesto la importancia de la Gestión de Activos de Ciberseguridad, la práctica que ayuda a las organizaciones a comprender dónde están concretamente aplicadas las protecciones y dónde no lo están.

Desafíos de gestionar los activos desde el enfoque de la ciberseguridad
La Gestión de Activos de Ciberseguridad excede la mera instalación de una herramienta, sino que es clave considerar otros aspectos.
En ese sentido, las organizaciones se enfrentan a varios desafíos:
- Exactitud del inventario: la inexistencia de un registro actualizado del entorno, el cual se caracteriza por su cambio constante, ya que los activos suben y bajan de forma dinámica, especialmente en configuraciones virtualizadas y en la nube.
- Shadow IT y BYOD: los empleados suelen introducir dispositivos personales o servicios en la nube que pasan desapercibidos.
- Silos de datos: los equipos de seguridad, IT y operaciones mantienen sistemas separados con información incompleta.
- Falta de contexto: no es suficiente saber la existencia de un activo, es fundamental conocer cómo se utiliza, a quién pertenece y si es vulnerable.

¿Cómo implementar la CSAM?
Un programa de Gestión de Activos de Ciberseguridad sólido comienza con tres pasos fundamentales:
- Creación de un inventario unificado: utiliza herramientas automatizadas para detectar y catalogar todos los dispositivos y servicios en los entornos on-premise, nube y edge. La detección pasiva, las exploraciones activas y las integraciones APIs ayudan a obtener una imagen completa del portfolio.
- Clasificación y contextualización de los activos: asigna la propiedad, etiqueta por función empresarial y correlaciona con los datos de vulnerabilidades e inteligencia sobre las amenazas. Esto proporciona a los equipos de seguridad una visión significativa de dónde reside el riesgo.
- Monitoreo y respuesta continua: considerando que la CSAM no es una tarea que se hace y se olvida, es menester establecer una supervisión permanente del comportamiento de los equipos, desviaciones de la configuración y la exposición a amenazas conocidas. Así que integra las alertas en tus flujos de trabajo más amplios de respuesta a los incidentes.
Algunas organizaciones implementan la CSAM a través de plataformas especializadas. Otras amplían su ITAM, su base de datos de gestión de la configuración (CMDB) o sus herramientas EDR. Sea cual fuere el enfoque, el éxito depende de la cooperación entre los profesionales de las unidades de IT, seguridad y negocio.
Conclusión
La Gestión de Activos de Ciberseguridad constituye una parte fundamental de una resistente estrategia de seguridad. En especial en el contexto actual caracterizado por ciberdelincuentes que orientan sus ataques a los límites del entorno y a ecosistemas digitales cada vez más complejos. Por lo tanto, la visión clara y precisa de los activos se convirtió en un asunto innegociable.
Las organizaciones que abordan la CSAM como un proceso vivo y activo se encuentran mejor posicionadas para prevenir brechas, detectar amenazas de forma temprana y minimizar el riesgo en sus portfolios.
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